sábado, 30 de agosto de 2008

Nuestro reflejo

Aparentemente construimos nuestras relaciones en función de nuestros gustos, de nuestra manera de vivir, pero al interactuar con las otras personas nos perdemos en un sin fin de escusas por las que no acabamos de sentirnos nunca agusto.

Cuando la persona con la que mantenemos una relación de amistad, de familia o de compañerismo está lejos de nosotros, nos sentimos solos, llenos muchas veces de reproches por su ausencia, culpamos al otro por no estar presente cuando nosotros anhelamos el contacto de su presencia pero cuando estamos juntos también los culpamos por ser la causa de nuestros mal-estares, lo que ellos nos hacen, lo que ellos nos dicen, su forma de mirarnos, el tono de su voz, cualquier cosa en la interacción con ellos es causa problabe de nuestro estado de ánimo, siempre hay un culpable de nuestras reacciones, siempre hay una causa externa que justifique como me siento, lo que digo o lo que hago.

Cuando un ser querido muere, en nuestro interior nos come la culpa y el remordimiento por todo aquello que hemos hecho o por todo lo hemos dejado de hacer, " Se ha marchado para siempre y ya no tendremos la oportunidad de poner Paz en esa relación".
No nos damos cuenta de que solo existe una forma de crear paz en nuestras relaciones y es crear esa paz en nuestro interior, no somos conscientes de que aquello que más nos molesta de las personas con las que convivimos es justamente aquello que refleja nuestras partes escondidas, no aceptadas, reprimidas o camufladas bajo las máscaras que hemos ido creando.
Si miramos detenidamente debajo de las capas superficiales seguro que encontramos ese reflejo que nos muestra la actitud de los demás y que de otra forma no somos capaces de ver.
Si queremos cambiar los reflejos que nos rodean solo debemos cambiar nuestro interior, nunca conseguiremos cambiar a los demás para sentirnos mejor con ellos, la clave está en sentirnos bien con nosotros mismos, en transformar la culpa, el resentimiento y el caos interior en esa Paz que buscamos y que solo se reflejará fuera cuando la hallamos creado dentro.
Os propongo un juego que hará que nuestros reflejos sean cada vez más hermosos:
Centremos nuestra atención en la belleza interior de cada persona, embiemos luz a sus partes oscuras, siendo conscientes de que son también las nuestras.
Observemos la naturaleza sintiendo que toda su grandeza, que toda su hermosura es una parte también de nosotros mismos pues el espíritu que late en su interior es el mismo que respira en nuestro cuerpo y corre por nuestras venas, somos la misma esencia, somos el barco que se desliza por el agua y el mismo agua que le sostiene, somos el viento que lo empuja y el maravilloso cielo que le cubre.
Encontremos nuestro reflejo en la perfección de una flor y en la cálida sonrisa de un niño. Trasformemos nuestro interior viendo solo aquellos reflejos hermosos de lo que somos y aquellos reflejos que no nos gustan se transformarán por si solos.
Charo Constantino Morales
Maestra de Reiki de la Alianza Española
www.terapeutanatural.com

1 comentario:

Terapeuta Natural dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada, ojalá la lea mucha gente y aplique en su vida lo que con ella nos quieres enseñar.

Gracias mamá.